¿HACIA DONDE VAMOS?



 
Mi esposa fue al Central Madeirense a hacer algunas compras y descubrió una larga cola: “buenos días ¿qué hay?” “¡señora llegó la leche en polvo!”. De inmediato se ubicó al final de la fila. Si bien debía lidiar con su barriga de 7 meses de embarazo, estaba dispuesta a esperar por la entrega de 2 latas de La Campiña.
 
A los pocos minutos apareció un tipo que fue acercándose a la fila hasta colearse entre los primeros puestos. Mi esposa, indignada, le increpó desde más atrás: “disculpe amigo, la cola es allá al final”, a lo que éste le respondió “bueno coño e’ tu madre quién te dijo a ti que yo me estoy coleando, yo no vine a comprar” “Hay que ver que usted es bien grosero y descarado si no vas a comprar que haces ahí” “¡Ese no es problema tuyo!”
 
Un joven que estaba delante de mi esposa le replicó al tipo: “¿qué coño es lo que te pasa a ti vale? ¿Tú no ves que la señora está embarazada? ¡Te sales de la cola o te clavo tu coñazo!” “Bueno, bueno, yo no le falté el respeto a la señora…”
 
El tipo se dispersó, mi esposa concluyó la misión y se dirigió a otro pasillo a buscar lo que inicialmente tenía previsto. En una de esas, estaba tomando unos productos de espaldas al carrito de supermercado cuando una señora le sustrajo las 2 latas de leche y empezó a caminar como si nada. “¡Epa señora eso es mío, que le pasa!” “tranquila mija, como el carrito estaba sólo...” “¿sólo, y yo qué?” “¡tampoco le estoy robando! Tome, tome…”
 
Esto pasó un martes y al sábado siguiente las tiendas de electrodomésticos amanecieron sitiadas de gente queriendo aprovechar el anuncio presidencial de reducción de precios. La larga espera en Daka Valencia terminó en saqueos. Mientras eso ocurría, María Gabriela Isler ganaba la séptima corona venezolana en el Miss Universo y Juan Arango marcaba gol en Alemania. Lo bueno, lo bello y lo malo corren parejo.
 
¿Y como estamos? Según informe oficial del Banco Central de Venezuela (BCV), la inflación acumulada a octubre de 2013 fue del 45,5%. Sólo ese mes fue del 5,1%, lo que representa la inflación de todo un año de países como Brasil, Costa Rica, Bolivia, Chile, México o Guatemala. El índice nacional de precios al consumidor revela que el costo de la vida aumentó en 54,3% y la escasez llegó a niveles históricos al alcanzar el 22,4%. Los alimentos se dispararon 72% en los últimos 12 meses.
 
La versión del BCV es que lo anterior se debe a factores estacionales  y aumentos autorizados en los servicios públicos. No obstante diversos economistas explican que la razón está en el afianzamiento monoproductor y dependiente del petróleo lo que incide en el decaimiento de la producción de rubros básicos, promueve una economía de puertos (importadora), a lo que se suma el control de precios con sequía de divisas, expropiaciones improductivas, gasto público, emisión de dinero inorgánico, corrupción, devaluación y un dólar paralelo descontrolado.
 
La otra versión oficial lo atribuye a una guerra económica propiciada por enemigos internos y externos de la revolución con el fin de generar un “colapso total” de nuestra economía, quienes a través de un plan conspirativo “de la burguesía parasitaria” promueven un ataque psicológico, sumado al acaparamiento y la usura a través del remarcaje y utilización de dólares preferenciales para luego fijar precios a dólar paralelo.
 
Para el trabajador, la ama de casa o el desempleado que no es economista ni político, es decir, para los ciudadanos de a pie, la conclusión es sencilla: “La vaina está fea”. “Y con tanto petróleo.” Bien sea por culpa de la guerra económica de la ultraderecha o por los errores de la revolución agravados durante el gobierno de Maduro, la vaina está fea y cada día peor.
 
La lógica apunta que para que haya una guerra, económica o de cualquier tipo, debe haber al menos 2 partes involucradas y corresponsables. Porque si bien es innegable que existen comerciantes (y hasta buhoneros) especuladores, lo cual hay que condenarlo, los gobiernos también son responsables de la inflación, la escasez y el alto costo de la vida de un país. La burguesía parasitaria tiene su gemelo en la burocracia parasitaria. Negarlo sería como aquel  patrono que teniendo el poder económico y de dirección de la empresa, alegue que la culpa de los bajos sueldos y malas condiciones de trabajo es del sindicato y los trabajadores.
 
Resulta contradictoria la excusa de que el gobierno no tiene la culpa de lo que pasa en su gobierno, porque la culpa es de los que no gobiernan, pues son estos los que le marcan la agenda a través de conspiraciones y fuerzas imperiales ¿entonces de que sirve un gobierno que no gobierna porque es víctima de los que no son gobierno que no lo dejan gobernar y gobiernan por él? Pudiéramos simplificar el trabalenguas definiéndolo como un “gobierno de resistencia”. Otros lo llaman la política de la transposición o del endoso, es decir, cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo al ataque con el ataque. Verse en el espejo y describir al rival.
 
Mientras tanto, se anuncia la instalación de “cohetes” y “baterías antiaéreas” en los barrios como parte de un “plan antigolpe”. No sé si esas baterías sirvan de algo pero yo tardé 3 semanas en encontrar una batería para mi carro porque no se consiguen. Y eso forma parte del meollo del asunto: la resistencia de la gente. Ante las colas, el tráfico, la delincuencia y los bolsillos vacíos. La hostilidad bien sea en el metro, en el carro o caminando. La degradación del lenguaje. La intolerancia del vecino.
 
Por estos días el rumbo del país sigue incierto. No menos contradictorio es que 15 años de lucha contra el “consumismo capitalista” implosionaran con una orden presidencial: “Que no quede nada en los anaqueles, que no quede nada en los almacenes”. Una semana después permanecen infinitas colas frente a los comercios. Un plasma de 40" se volvió un producto de primera necesidad. Ha habido al menos 30 conatos de saqueos, sin contar hechos anteriores como el del conductor que murió aplastado en el distribuidor de Los Ruices mientras más de 100 motorizados saqueaban la mercancía del camión. Uno se pregunta si al acabarse la mercancía de los negocios quedará resuelto el problema económico de fondo y si no habrá despido de trabajadores. Dale a la piñata, mañana es otro día.
 
El hombre nuevo es un sobreviviente. Un consumista eufórico, individualista, oportunista y poco solidario. La cuota de gente decente viene mermada, mutando. Lo vivimos a diario.
 
El hombre nuevo que conozco es el vivo criollo sacando lo peor de sí. Gente en la calle y el trabajo viendo cómo te jode. Reinventando la ley. Respirando violencia y resentimiento. Buscando real por los caminos verdes.
 
Hacia donde vamos sigue siendo una pregunta sin respuesta. De lo que sí estoy seguro es que la próxima vez acompañaré a mi mujer al supermercado. Dispuesto a todo.

Saqueo de tienda DAKA, 09 de noviembre de 2013 (Video)



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