El Enemigo Interno (primera parte)
Caracteriza a la revolución bolivariana endosar sus yerros a rimbombantes complots internacionales. No obstante, los supuestos aliados criollos de los conspiradores foráneos han devenido en verdaderos chivos expiatorios. Todos somos sospechosos.
El jueves 6 de agosto de 2015 el país alcanzó el paroxismo de la violencia con el asesinato de Liana Hergueta, de 52 años de edad, quien fue violada, asfixiada y ulteriormente desmembrada por los ciudadanos Carlos Eduardo Trejo, José Pérez Venta y Samuel Ángulo; según versión confirmada públicamente por el Ministro de Interior, Justicia y Paz, Gustavo González López.
El atroz homicidio devino en una rocambolesca trama divulgada a través del hegemónico aparato comunicacional del Estado; relegando el crimen para enfatizar la confesión en video de Pérez Venta y sus supuestos vínculos con políticos de oposición, dueños de medios, líderes estudiantiles, militares exiliados, paramilitares y hasta congresistas norteamericanos y ex presidentes colombianos.
Este nuevo delator estrella y su cómplice Carlos Eduardo Trejo fueron descubiertos como “patriotas cooperantes” infiltrados en las filas de la oposición venezolana, según evidencias difundidas en una investigación periodística publicada por runrun.esy el semanario TalCual. Al final, toda la alharaca de acusaciones políticas volvió a ser un distractor del problema de fondo: el crimen desbordado y la inoperancia del Estado para contenerlo.
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