The Last Jedi
Al Episodio VIII le tuve fe desde que supe que Ryan Johnson
sería el director. El film “Looper” y el episodio de la mosca de “Breaking Bad”,
son excepcionales. Sin embargo, por su carácter transgresor la sentí un poco
alejada de la ópera espacial original y más cercana a las libertades de un spin
off como “Rogue One”. Es cierto que no cambio un Porg por un Jar Jar Binks, pero
aún tengo la duda de si es mejor que “El Despertar de la Fuerza” de J.J.
Abrams. Aclarado esto, creo que le suma muchísimo a la reinvención de la saga:
Lo vemos en un frustrado Luke arrojando su sable de luz, explicando “La Fuerza”
en términos menos míticos, y en un Kylo Ren que destroza el casco que
inevitablemente lo asemeja a Darth Vader. Es precisamente el atormentado Kylo
Ren/Ben Solo el personaje que mejor se desarrolla y evoluciona en conexión con
la poderosa Padawan Rey; en detrimento de Finn, quien se desdibuja en relación
al capítulo anterior.
Resalta la belleza de la puesta en escena, el espectáculo de
batallas épicas y las vueltas de tuerca que sorprenden; dejando siempre la
sensación de que la voluntad y la fe prevalecen sobre la estrategia pues la
derrota se encuentra a la vuelta de la esquina. Se resiente la muerte de Carrie
Fisher destinada a destacar en el Episodio IX como lo hicieran Han Solo en el
VII y Luke Skywalker en el VIII.
Nota alta: la rebelión es mucho más que la guía predestinada
de un apellido o el liderazgo de un mesías que paradójicamente encuentra la
iluminación confrontando aquello de lo que huye: la culpa. Es la voluntad de
muchos rebeldes, de hijos de chatarreros y ciudadanos oprimidos lo que enciende
la chispa.
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