La casa de atrás


“¿Para qué sirve la guerra? ¿Por qué los hombres no pueden vivir en paz? ¿Por qué esta devastación?”


Alguna vez tuve la oportunidad de pasar frente a la casa donde se ocultó Ana Frank casi dos años y medio y quedé con la deuda contraída, hoy saldada, de leer su diario. 
Me adentré durante días en  el “anexo secreto”, conocí las confesiones a #Kitty, miré la guerra y la catástrofe genocida del Holocausto asomado en la ventana del diario, sin riesgo de caer en las garras de la Gestapo.

De una forma u otra, y salvando las distancias, es inevitable pensar en las similitudes de una 
ideología fantoche y oportunista que nos ha encerrado, no en el anexo de una casa, sino en un 
país agobiado por la opresión de unos depredadores oligarcas disfrazados de pueblo. 
Pero aquí la esperanza de libertad sigue viva, porque parafraseando a Ana, con frecuencia nos hemos sentido abatidos, pero nunca aniquilados.




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