Ensayo sobre la ceguera

"Aquella noche, el ciego soñó que estaba ciego". 

Desvelar la miseria humana es cuestión de circunstancias. Cuando de sobrevivir se trata, suele aflorar el instinto básico, el egoísmo en su estado más puro. La ley del más fuerte no necesariamente es física sino sensorial, como cuando eres la única persona en el mundo que puede ver: La esposa de un oculista (vaya ironía) confinada en un manicomio.

"Hay muchas formas de convertirse en un animal y esta es sólo la primera"

En el país de los ciegos no hay reyes tuertos. Los nombres no importan, solo los rasgos de un pasado extinto: el primer ciego, el ladrón de coches, la mujer de las gafas oscuras, el niño estrábico. A una sociedad ciega, paradójicamente, se le cae de golpe la venda de los ojos.

"Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, Ciegos que ven, Ciegos que, viendo, no ven".

En Ensayo sobre la ceguera, José Saramago retrata una pesadilla que no dista mucho del pandémico mundo actual. Las distopías suelen incomodar para enseñarnos lo que nos negamos a "ver". La ceguera blanca recuerda cada vez más a una sociedad indolente para unas cosas y extremadamente ofendida para otras: la sociedad del miedo.

"Ya éramos ciegos en el momento en que perdimos la vista, el miedo nos cegó, el miedo nos mantendrá ciegos".

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