El Principito


"¿No estaban contentos donde estaban?"
Nadie está nunca contento donde está".

Volver a tener 7 años y leer en voz alta. Como un déjà vu, mi hijo menor me pidió que le terminara de leer El Principito porque a él le costaba. Coincidencia, me pasó lo mismo a su edad: flipé con el sombrero boa que se tragó un elefante, pero no pude pasar de las aventuras de los 7 planetas. Entonces, lo abandoné. 35 años después, puedo decir que lo terminé y en modo cuentacuentos.

"¿Donde están los hombres? preguntó el principito-. Se está un poco solo en el desierto.
-Con los hombres también se está solo -dijo la serpiente".

¿Es real el principito o solo una alucinación de un piloto extraviado en el desierto? ¿Acaso un espejo donde el niño que fue critica a su yo adulto? Los ojos del visitante extraplanetario nos permiten ver, en su terca ingenuidad, la significación de valores como el amor y la amistad. 

"He aquí mi secreto. -dijo el zorro-. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos".

Tal vez la vida sea más sencilla en un pequeño asteroide, mirando el amanecer y cuidando a tu amada rosa de vendavales, volcanes y baobabs. A fin de cuentas, el futuro de la de la vida en la tierra no puede ser optimista cuando tienes ciento once reyes, siete mil geógrafos, novecientos mil hombres de negocios, siete millones y medio de borrachos, trescientos once millones de vanidosos; es decir, alrededor de dos mil millones de personas mayores.

"Mirad al cielo. Preguntad: ¿el cordero, sí o no, se ha comido la flor? Y veréis cómo todo cambia..."

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