Método rumano para dejar de fumar

 


La cuidadora de una casa en Israel se aferra a ella como consuelo al abandono de la suya en Venezuela. Una anciana senil esconde con celo el manuscrito original de uno de los más grandes escritores del siglo XX. Dos mujeres toman el relevo de asombro ante el misterio de una esquiva exhibición de museo. Un carro Frankenstein marca la travesía por carreteras abandonadas del oriente venezolano. Un encuentro fortuito abre las compuertas del horror que implica el olvido. Sobrevivientes de una peste se refugian en una mítica fortaleza trampa. Un farero se pierde en las mazmorras de su imaginación. La perversa recreación del ballet Coppélia. Una drástica terapia que, como muñecas rusas, conlleva encierros dentro de otros encierros.

Ya lo dijo Julio Cortázar: Un cuento logrado es una esfera cerrada en sí misma. Formas geométricas que sin duda encontramos en los nueve relatos que componen Método rumano para dejar de fumar. En ellos, el ciclo de la vida, vejez y muerte se carga de especial simbolismo al estar condicionado por las trampas de la memoria. Una obra que se asoma al enajenante mundo interior de seres atrapados en el bucle de sus delirios personales.

Liliana Lara tiene la habilidad de imbricar a sus personajes con rasgos autoficcionales mientras conduce al lector por las penurias del migrante, su travesía física y emocional ante el encuentro con una cultura distinta, pero yendo más allá para sacar lecturas de la naturaleza del ser humano, de sus fantasmas y nostalgias. Extranjeros sin mapa aferrados a ese amuleto que reza “Que ningún demonio te aflija”. Un libro que probablemente resonará en el lector por mucho tiempo y del que la autora puede enorgullecerse.

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