Siete casas vacías
Casa uno: Dejarse arrastrar por la obsesión de remover hogares ajenos. Casa dos: Desaparecer con tus abuelos dementes. Casa tres: Desconcierto ante la ropa de los muertos. Casa cuatro: Sucumbir al deterioro de la vejez, el olvido y la muerte. Casa cinco: Detenerse a averiguar cuánto espacio ocupa tu cuerpo. Casa seis: Olvidar a la niña y dejarla a merced del hombre sin suerte. Casa siete: Salir para poder volver.
“Me pregunto si habrá alguna otra manera de abrazar cosas tan descomunalmente grandes como una casa, si será eso lo que mi madre intenta hacer”
Siete casas vacías, obra ganadora del IV Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero, indaga, sin ser oxímoron, en la locura de seres cotidianos. De ritmo pausado y envolvente, en lo particular prefiero sus relatos más vertiginosos como Un hombre sin suerte, ganador del Premio Juan Rulfo. Los cuentos de Samanta Schweblin arrastran como playas de marea calma cuya corriente interna te aleja, insalvable, de la orilla.
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