En las montañas de la locura

«Tuve la sensación de que eran algo maligno: montañas de locura cuyos flancos tramontanos asomaban a algún abominable abismo final»

Este libro es la advertencia de un explorador de principios del siglo XX: el Dr. William Dyer de la Universidad de Miskatonic. Narra la trágica expedición dirigida por él al continente antártico, y el horror descubierto por los únicos dos supervivientes. 

Homenaje o respuesta de Lovecraft a la única novela de Edgar Allan Poe y su fantástico final abrupto, median casi 100 años entre el «Arthur Gordon Pym» del bostoniano y «En las montañas de la locura» del oriundo de Providence.

Ya lo anuncia el narrador desde el inicio: «A mí me fascinaba el escenario antártico del único relato largo de Poe: el inquietante y enigmático Arthur Gordon Pym». Así, Lovecraft intenta explicar el origen de esa figura humana velada de aquélla otra novela, cuyas proporciones eran mucho más grandes que las de cualquier habitante de la tierra.

La respuesta estaría en el vestigio de los «Grandes Primordiales», que venidos de las estrellas, se infiltraron en la tierra cuando esta era joven. En las altas montañas árticas, cuyos paisajes asemejan las pinturas pesadillescas de Clark Ashton Smith y de Nicholas Roerich, yace una ruinosa ciudad imposible con monstruos al acecho. El imaginario de ambos escritores converge en el ártico, desde las referencias a Cthulhu, el Necronomicón y R'lyeh, al misterioso «¡Tekeli-li! ¡Tekeli-li!».

«Es absolutamente necesario, por la paz y seguridad de los hombres, que no turbemos ciertos rincones oscuros de la tierra y ciertas profundidades sondadas, no vaya a ser que despierten a una vida renacida de anormalidades y pesadillas que perviven de manera blasfema, y salgan de sus negras madrigueras, chapoteando o contorsionándose, a emprender nuevas y más vastas conquistas».

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