Cuento de Hadas
Érase una vez un libro de 851 páginas que recibí como regalo de cumpleaños. Una novela de fantasía oscura escrita por uno de mis autores favoritos.
Charlie Reade, un joven estudiante agobiado por un drama familiar, se hace cuidador accidental de un anciano ermitaño y de su perra Radar. Tras la muerte del viejo, Charlie descubre en su cobertizo un portal que desciende a otro mundo: Empis, donde la fantasía y la realidad se entrelazan en una aventura épica.
"Quédate aquí un tiempo y será tu mundo el que parezca ficción."
La novela rinde homenaje a famosos cuentos de hadas en su versión más oscura, a los relatos de gladiadores y a los monstruos de Lovecraft; en especial al Elden/Cthulhu y su réplica amplificada de otra dimensión, el Gogmagog, oculto bajo tierra, similar al Eso de Derry.
"Era algo hermoso, como a veces lo son las cosas rotas".
Mi lectura del libro difiere de ciertas críticas. Esta no es una simple reinterpretación oscura de los Fairy Tales ni el remake en solitario de El Talismán (la cual disfruté menos). Es entrelíneas el viaje del escritor al foso de su propia mente, desde un ángulo distinto y menos literal que el ya explorado por el autor en La historia de Lisey. Al final no se trata de otros universos paralelos al nuestro, sino del viaje por capas a los mundos imaginarios del escritor y del cómo nadie más, por muy cercano que sea, puede acceder a ellos. Si acaso vislumbrar desde lejos.
"Me acordé de la tapa de aquel libro, la ilustración del embudo llenándose de estrellas. Estrellas no, pensé. Historias. Un número infinito de historias que se vierten en el embudo y salen a nuestro mundo, casi intactas."
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