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Mostrando entradas de julio, 2022

Las cosas que perdimos en el fuego

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  "Nuestras madres lloraban en la cocina porque no tenían plata o no tenían luz o no podían pagar el alquiler" Ágil, brutal y soberbio. El libro de Mariana Enríquez no solo explora el género de terror desde lo fantástico, sino que se sumerge en temáticas sociales propias de Latinoamérica como la violencia, la pobreza extrema y la opresión política. La cotidianidad de la región puede llegar a ser más pavorosa que monstruos y fantasmas. Premio Ciudad de Barcelona 2017, Las cosas que perdimos en el fuego incendia sus páginas desde el primero de sus doce relatos, El chico sucio, uno de mis favoritos junto a El patio del vecino y Tela de araña. La autora nos regala una prosa sin tregua. Y en el centro de todo, la figura femenina: mujeres que arden, que se drogan, que se arrancan la piel, que son víctimas de maltratos, incomprensión y crueldad; pero que también se erigen en vengadoras. Una obra cuya lectura recomiendo ampliamente.

Dune

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  “El miedo es la pequeña muerte que conduce a la destrucción total” Al hablar de ciencia ficción, todos los caminos conducen a Dune. Pero atención, que también encontramos en la novela de Frank Herbert los códigos de los géneros fantástico y distópico. Ganadora de los premios Nébula y Hugo, influencia del universo Star Wars y con adaptaciones fallidas como la de David Lynch o más atinadas como la de Denis Villeneuve; es innegable el impacto que el primer libro de la saga ha significado para la literatura, el cine y la cultura pop a partir de la segunda mitad del siglo XX. La trama se desarrolla alrededor de un Mesías que aún desconoce su potencial y su destino: Paul Atreides, el futuro duque de una casa real víctima de una conspiración política de repercusiones galácticas. Así, el joven Paul emprenderá su camino del héroe en el inhóspito planeta Arrakis, donde ascenderá como el líder espiritual de los esquivos Fremen. Encarnará por partida doble al ser humano genéticamente perfecto di

Siete casas vacías

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  Casa uno: Dejarse arrastrar por la obsesión de remover hogares ajenos. Casa dos: Desaparecer con tus abuelos dementes. Casa tres: Desconcierto ante la ropa de los muertos. Casa cuatro: Sucumbir al deterioro de la vejez, el olvido y la muerte. Casa cinco: Detenerse a averiguar cuánto espacio ocupa tu cuerpo. Casa seis: Olvidar a la niña y dejarla a merced del hombre sin suerte. Casa siete: Salir para poder volver. “Me pregunto si habrá alguna otra manera de abrazar cosas tan descomunalmente grandes como una casa, si será eso lo que mi madre intenta hacer” Siete casas vacías, obra ganadora del IV Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero, indaga, sin ser oxímoron, en la locura de seres cotidianos. De ritmo pausado y envolvente, en lo particular prefiero sus relatos más vertiginosos como Un hombre sin suerte, ganador del Premio Juan Rulfo. Los cuentos de Samanta Schweblin arrastran como playas de marea calma cuya corriente interna te aleja, insalvable, de la orilla. 

Método rumano para dejar de fumar

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  La cuidadora de una casa en Israel se aferra a ella como consuelo al abandono de la suya en Venezuela. Una anciana senil esconde con celo el manuscrito original de uno de los más grandes escritores del siglo XX. Dos mujeres toman el relevo de asombro ante el misterio de una esquiva exhibición de museo. Un carro Frankenstein marca la travesía por carreteras abandonadas del oriente venezolano. Un encuentro fortuito abre las compuertas del horror que implica el olvido. Sobrevivientes de una peste se refugian en una mítica fortaleza trampa. Un farero se pierde en las mazmorras de su imaginación. La perversa recreación del ballet Coppélia. Una drástica terapia que, como muñecas rusas, conlleva encierros dentro de otros encierros. Ya lo dijo Julio Cortázar: Un cuento logrado es una esfera cerrada en sí misma. Formas geométricas que sin duda encontramos en los nueve relatos que componen Método rumano para dejar de fumar. En ellos, el ciclo de la vida, vejez y muerte se carga de especial sim

No-Cosas

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 «Lo problemático del arte actual es que quiere instruir en vez de seducir» Para Byung-Chul Han, avanzamos de la era de las cosas a la era de las no-cosas: el reinado de la información. El orden terreno está siendo sustituido por el orden digital. En pocos años hemos transitado de escribir a mano, reproducir cedés, ir al cine, comprar en tiendas, leer en papel, contar dinero en efectivo, llenar álbumes de fotos; para dar paso al tweet, el selfi, el spotify, netflix, amazon, la kindle y el pago sin contacto.  El filósofo afirma que la infoesfera tiene cabeza de Jano. Nos ayuda a tener más libertad, pero al mismo tiempo nos somete a una vigilancia y un control crecientes atenuado por lúdicos algoritmos. Acumulamos «likes» de amigos que no conocemos, almacenamos datos pero no conocimiento. Nadie escucha. Nada se profundiza. La eficacia sustituye a la verdad. Parece obvio, pero no magnificamos: nos determina la información y no las cosas que nos rodean. Ya nada es tangible. Vivimos en la n